¿Por qué filtrar el agua?
El agua, componente esencial de nuestro organismo, está en todas partes: en nuestro cerebro, en nuestros tejidos, en el corazón de nuestras células...
Esto demuestra lo importante que es prestar atención a la calidad del agua que ingerimos.
Al eliminar una media de 2 litros de agua al día a través de la transpiración, la respiración y la orina, necesitamos reconstituir nuestras reservas asimilando de 2 a 2,5 litros de agua, ingerida y absorbida, cada día.
Por ello, se recomienda beber entre 1 y 1,5 litros de agua al día.
Pero el agua a la que tenemos acceso está cada vez más contaminada. Pesticidas, residuos de medicamentos, hormonas, metales pesados... la lista de contaminantes que encontramos en casi todas partes crece inexorablemente con el paso del tiempo. La acumulación de estas sustancias indeseables en nuestro organismo y su efecto cóctel son factores de desarrollo de enfermedades graves.
¿Qué agua beber?
Hoy en día, el agua se consume a partir de dos fuentes principales: el agua embotellada y el agua del grifo. La primera, muy utilizada, tiene innegables inconvenientes, como el coste, la contaminación por los plásticos utilizados y una calidad muy relativa. La segunda, aunque potable, suele contener numerosos residuos contaminantes.
Otra alternativa, adoptada por algunas personas por necesidad o elección, es beber agua "natural" y regenerada, como el agua de lluvia, de pozo o de manantial. Estas aguas no siempre están libres de contaminación y deben tratarse con especial cuidado. Los sistemas de filtración Berkey® no son simples filtros de agua, sino auténticos purificadores de agua. Como tales, son capaces de purificar y potabilizar este tipo de agua, tomando las precauciones habituales.
Agua embotellada
Existen dos tipos: el agua mineral y el agua de manantial. Ambas proceden de fuentes subterráneas. Mucha gente piensa, erróneamente, que son la panacea. Pero ¿sabías que más del 90% de las marcas más consumidas contienen, por ejemplo, microplásticos, cuyo riesgo para la salud, aunque aún se discute, parece bastante probable?
Algunas contienen sustancias indeseables (por no decir otra cosa), como arsénico o bario. Otras contienen niveles tan altos de flúor que simplemente se prohibirían en el suministro público de agua, ya que no cumplen los requisitos para ser agua potable. ¿Sabía también que una botella de agua debe consumirse en las 48 horas siguientes a su apertura para evitar el desarrollo de determinadas bacterias?
¿Y la huella de carbono?
Luego está el transporte en camión hasta el punto de venta, que genera una contaminación considerable y contribuye al aumento de los gases de efecto invernadero. A esto hay que añadir la contaminación generada por el viaje en coche para abastecerse y luego devolver las botellas vacías a un punto de recogida para su reciclaje. El agua embotellada tiene una huella de carbono 65 veces superior a la del agua del grifo, debido al transporte y los envases que genera. Por no hablar de los millones de toneladas de plástico que hay que reciclar y que acaban en parte en la naturaleza y, por tanto, en nuestro cuerpo...
Por último, el agua embotellada es incómoda de almacenar y también representa un coste significativo en términos del consumo diario de una familia. De hecho, es la forma de consumo más cara.
Agua del grifo
La gran mayoría de esta agua, al igual que la embotellada, es de origen subterráneo. Es un agua muy controlada y, salvo raras excepciones, potable, al menos según la definición administrativa que la rige.
Consumirla evita la contaminación causada por su transporte o el reciclado de sus envases, y cuesta mucho menos que el agua embotellada.
Pero agua segura no significa libre de sustancias nocivas para el uso cotidiano. Muchas organizaciones de consumidores calculan que varios millones de personas siguen teniendo acceso a agua contaminada con pesticidas o nitratos procedentes de la agricultura convencional. También está contaminada por contaminación bacteriana, arsénico o plomo, en parte debido a su transporte por tuberías que contienen componentes tóxicos.
Para concluir...
Dejando a un lado el riesgo de contaminación por componentes indeseables, ya que éstos están presentes tanto en el agua embotellada como en la del grifo, parece justo decir que beber agua del grifo tiene claras ventajas.
Sin necesidad de almacenar paquetes de agua, sin tediosos transportes, de fácil acceso y con el menor coste (con diferencia) en comparación con las botellas.
Sin embargo, como decíamos antes, no está exenta de contaminación residual, que por desgracia es cada vez más numerosa. Si sigue siendo potable, ¿qué ocurre con todas esas partículas que se acumulan en nuestro organismo a largo plazo?
¿Y si el agua a la que tenemos acceso está potencialmente contaminada?
Una muy buena solución es filtrarla con un purificador de agua Berkey®, líder mundial en purificación de agua por gravedad. Los numerosos modelos de filtros de agua Berkey® garantizan un 99,999% de agua segura. Son eficaces, económicos, autónomos y, tanto si se desplaza como si no, hay una solución de filtrado para usted. Una vez que haya adoptado su sistema Berkey®, se convertirá rápidamente en una parte indispensable de su vida diaria.
Un filtro de agua Berkey® es económico (menos de 1 céntimo por litro de agua filtrada), ecológico (se acabaron las botellas de plástico) y autónomo (funciona sin electricidad ni suministro de agua) !